Te saludamos para darte gracias por un día lleno de bendiciones, amor, generosidad de tu parte.
Puestos en camino, los discípulos de Emaús hicieron la experiencia del paso de la oscuridad a la luz, de la ceguera a la visión, de la distracción al reconocimiento; vivieron una experiencia de fe en la nueva presencia tuya. A ellos se les abrieron los ojos y te reconocieron. Pero Tú desapareciste. El camino, la conversación, la explicación de la Escritura, el bendecir y compartir el pan, fueron elementos hermosos para ellos. Los discípulos te reconocieron al partir el pan.
Ayúdanos para que, abriendo nuestros ojos, también te reconozcamos en nuestros hermanos y podamos expresar como Pedro: «no tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo…» que en nuestro corazón tengamos la mayor riqueza de la que podemos gozar: tu presencia. Bendícenos, guárdanos y protégenos.
Feliz miércoles de Resurrección.
Oremos por nuestro +Papa Francisco.
Meditación del Papa Francisco
El encuentro con Dios en la oración, mediante la lectura de la Biblia y en la vida fraterna les ayudará a conocer mejor al Señor y a ustedes mismos. Como les sucedió a los discípulos de Emaús, la voz de Jesús hará arder su corazón y les abrirá los ojos para reconocer su presencia en la historia personal de cada uno de ustedes, descubriendo así el proyecto de amor que tiene para sus vidas.
Algunos de ustedes sienten o sentirán la llamada del Señor al matrimonio, a formar una familia. Hoy muchos piensan que esta vocación está "pasada de moda", pero no es verdad. Precisamente por eso, toda la Comunidad eclesial está viviendo un período especial de reflexión sobre la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. Además, les invito a considerar la llamada a la vida consagrada y al sacerdocio. Qué maravilla ver jóvenes que abrazan la vocación de entregarse plenamente a Cristo y al servicio de su Iglesia. Háganse la pregunta con corazón limpio y no tengan miedo a lo que Dios les pida. A partir de su "sí" a la llamada del Señor se convertirán en nuevas semillas de esperanza en la Iglesia y en la sociedad. No lo olviden: La voluntad de Dios es nuestra felicidad. (S.S. Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2015).